Al amanecer abrigado en la abadía el abad abanicaba su abdomen, anhelando alguna ayuda amigable.Abandonado por la ayuda, aguardaba ansioso asistir al aula de ábaco. Al acabar el aula acudía andando al asilo antes de almorzar. Arroz con almejas, alcachofas, almendras alimentaban al abad. Al acabar su almuerzo acudió a la academia de abades a adiestrar águilas.
Al atardecer, ardillas en los árboles acompañaban al abad a sus aposentos, allí arengaba a sus amigos a apostar al ajedrez.
Gran texto, Carlos. Poco más tengo que añadir... Buen trabajo :)
ResponderEliminarGracias! ;)
ResponderEliminar